El fantasma llamado fracking

Escrito por: Yessica Prieto Ramos 

Públicado en: La Silla Vacia 

Cada nuevo anuncio sobre la posible utilización de esta técnica, pone en alerta a las comunidades, el gobierno y el sector petrolero.  Estamos a portas de que se emita la regulación sobre yacimientos no convencionales y aún no sabemos a ciencia cierta los efectos de este tipo de producción de hidrocarburos para la salud y el medioambiente en el país.

En la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), están ajustando los términos de referencia para la producción de petróleo y gas por medio de la técnica fracking. Organizaciones de varias regiones del país, siguen de cerca este proceso y han hecho un llamado constante, como la reciente twitteratón con el hashtag #NoAlFrackingEnColombia, para que el gobierno prohíba esta tecnología por sus posibles impactos medioambientales y sociales.

Hablar de fracking, tanto en Colombia como en otras partes del mundo, es como nombrar al diablo. Se mencionan sus beneficios para generar aumento de reservas, importantes para el país; pero también de sus impactos en materia de sismicidad, posible contaminación y profundización de los acuíferos, los efectos negativos en la salud de los habitantes de las zonas de influencia de los proyectos, entre otros males.

El gobierno defiende la técnica y aduce que tiene una de las legislaciones más fuertes del mundo para evitar los impactos negativos que se puedan generar. Por su parte, representantes del gremio petrolero advierten que hay desinformación y que no existen estudios reales que demuestre su peligrosidad. Discursos van y vienen.

Pero lo cierto, es que las comunidades de todo el país, ya sea en Antioquia, Arauca, Boyacá, Cesar,  temen al fracking. Se ha convertido en un fantasma que ronda por sus tierras, ese del que se habla en voz alta, como intentando invocarlo, para comprenderlo a profundidad, la tecnología les ha permitido acceder a informes y estudios tanto a favor como en contra.

Hay temor, es innegable y tienen razón. Existen estudios de importantes universidades como Yale, que argumentan que quienes viven cerca de un pozo donde se emplea el fracking, aumenta en 200% la posibilidad de sufrir de enfermedades respiratorias e infecciones de la piel. O el informe de Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés) que sostiene que esta técnica puede impactar de manera negativa las fuentes hídricas. Países como Alemania, Canadá, Francia, lo han limitado.

Sí, necesitamos petróleo y gas, es una verdad que no podemos negar; tener que importarlos, generaría graves problemas para la economía nacional. No obstante, primero hay que abrir el debate sobre beneficios e impactos, proporcionar información veraz sobre suelo colombiano que permita construir posiciones. El diálogo de sordos en el que nos encontramos, no permite construir consensos. Nos tienen polarizados.

Dejemos que las comunidades decidan lo relativo a su territorio, tienen visión propia del desarrollo. Abrámonos al diálogo, pero no a uno vertical, sino uno en el cual nos podamos sentar como iguales y tomemos decisiones que nos beneficien. El medioambiente es de todos y es deber de todos defenderlo.

Para mayor información sobre impactos sociales y económicos del sector petrolero en colombia, visite

 

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